Compositores viajeros en el clasicismo


Compositores viajeros en el clasicismo

COMPOSITORES VIAJEROS EN EL CLASICISMO

 

Compositores viajeros

 

Introducción

Ahora, el hecho de desplazarse y cruzar medio mundo, no nos parece algo tan extraordinario, pero si nos imaginamos en los siglos XVIII y principios del XIX, la cosa ya cambia. Moverse por un mismo país ya era complicado, irse al extranjero, era una misión heroica. Por eso merece la pena detenerse un poco en ver a algunos compositores del clasicismo que dejaron sus lugares de origen para hacer carrera lejos de su patria. Son nuestros compositores viajeros. Es cierto que veremos que se mueven solo por Europa, lo de cruzar océanos lo dejamos para más adelante.

Compositores viajeros

El motivo de estos desplazamientos que veremos, no era otro que el mismo que provoca hoy que muchas personas vayan a trabajar lejos de su patria: el económico. Nuestros compositores viajeros necesitaban el dinero como todo el mundo y en el ámbito musical, el capricho y la suerte son factores a tener en cuenta.

Vamos a ver cuatro ejemplos de compositores viajeros. Hemos de aclarar que no significa que en algunos casos no volvieran a trabajar en sus países de origen, porque muchos lo hicieron, pero lo que sí es cierto es que se iban donde les contrataban y donde su música era apreciada.

Christoph Willibald Gluck (1714-1787

Gluck fue un compositor alemán, proveniente de la región de Bohemia, República Checa, y que trabajó mucho en Praga y en Viena, pero también lo hizo numerosas veces en Italia, y finalmente en Francia. Precisamente fue en este último país donde dio un gran impulso a la ópera francesa.

Fue ya al final de su carrera cuando estrenó sus últimas cuatro óperas en París, y naturalmente, en francés. De ellas escogemos Un aria de su ópera Iphigénie en Tauride (1779). Con Iphigénie en Táuride, Gluck llevó su reforma de la ópera a su conclusión lógica. Los recitativos son más breves y son récitatif accompagné («acompañados» con cuerdas y quizá otros instrumentos, no sólo el acompañamiento de continuo), estructuras del tipo airoso que unían las escenas dramáticas.

Oigamos el aria O toi qui prolongeas mes jours del acto I en la voz de Kiri te Kanawa.

 

 

Antonio Salieri (1750-1825)

Veremos que nuestros compositores viajeros rápidamente ocupaban la sede que dejaba vacía del que se iba. Había, por así decirlo, un intercambio en el protagonismo musical. Es el caso del veneciano Salieri, que precisamente sustituyó a Gluck en Viena, del que fue un destacado protegido.

Nombrado director de la ópera italiana por la corte de los Habsburgo, cargo que ocupó desde 1774 hasta 1792, dominó la ópera en lengua italiana en Viena.

De sus óperas vienesas destacamos su Falstaff, y de ella el cuarteto Oh quanto vogliam ridere.

 

 

Vicente Martín y Soler (1754-1806)

De nuestros compositores viajeros, el valenciano Martín y Soler es de los más destacados, porque trabajó en diversas ciudades de Italia, Viena, Londres y San Petersburgo, donde murió.
En 1788, la emperatriz Catalina II de Rusia le invitó a la corte de la nueva ciudad imperial de San Petersburgo y le nombró director de su Ópera. Allí vivió y trabajó hasta su muerte. Compuso nuevas óperas, algunas de ellas en idioma ruso y de tema cervantino como El desgraciado héroe Kosmetovich de 1789, con un libreto escrito en parte por Catalina y de ciertas connotaciones políticas, ya que trataba de ridiculizar al monarca vecino Gustavo III de Suecia. El estilo de la ópera italiana se conservó en las composiciones del Martín y Soler en su etapa rusa, aunque introdujo melodías de canciones tradicionales rusas.
Vamos a ver el aria Ei lo dice, l’ascoltate de la ópera La festa del villaggio con Amparo Navarro, estrenada en San Petersburgo en 1798.

 

 

Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)

A Mozart lo de viajar no le venía de nuevo. Desde bien pequeño su padre se encargó de que desplazarse de aquí para allá fuera una actividad normal en su vida.

En el terreno operístico, Mozart estrenó gran parte de su obra en su Austria natal y algunas en Milán y París, pero podemos decir que donde se le quería de una manera especial era en Praga. Allí estrenó su Don Giovanni, ópera que tras Le nozze di Figaro, le consolidaría como el gran compositor del momento.

Vamos a volver a ver, pero es que no puede ser de otra manera, la escena final con Bryn Terfel, Ferruccio Furlanetto y Sergei Koptchak.

 

 

 

 

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