ARIA DE SAMSON – SAMSON ET DALILA, SAINT-SAËNS
Introducción
En la ópera francesa del siglo XIX se dió una curiosa fascinación por el lejano y exótico Oriente. Así aparecieron óperas como Los pescadores de perlas de Bizet o Lakmé de Delibes. Es cierto que en ellas el concepto oriental está cargado de imprecisiones. Ya se sabe que todo aquello desconocido está revestido, a veces, de mucha imaginación y fantasía que pasa como real ante un público que tampoco esté muy versado en ele tema.
Camille Saint-Saëns tampoco escapó a la tentación de recrear un Oriente lejano y distante en el tiempo con su ópera Samson et Dalila.
De esta ópera hemos hablado bastantes veces ya que contiene unos pasajes que la han hecho eterna como son las arias para la protagonista femenina, Dalila, Printemps qui commence y Mon coeur s’ovre a ta voix que canta junto a Samson. Hoy vamos a centrarnos en el aria de Samson del acto III, Vois ma misère.
La ópera Samson et Dalila
Esta es una gran ópera en tres actos con música de Camille Saint-Saëns y libreto en francés de Ferdinand Lemaire. Se estrenó en Weimar (Alemania) en versión alemana el 2 de diciembre de 1877. El motivo que llevó a Saint-Saëns a estrenar su ópera en Alemania fue simple y llanamente porque nadie en Francia manifestó interés en representarla hasta 1890 en Rouen. En la Ópera de París se representó en 1892, luego ya fue puesta en cartel muy frecuentemente.
Argumento
Está basado en el episodio de Samson y Dalila del Antiguo Testamento, concretamente en los capítulos 13 al 16 del Libro de los Jueces y en el Libro de los Proverbios, Libro de los Salmos y en el Cantar de los Cantares. Narra la historia del más famoso juez de Israel, consagrado desde el vientre de su madre para ser el líder del pueblo elegido, dotado de una fuerza espiritual y física sobrehumana, capaz de destruir al ejército filisteo con el solo poder de su brazo. La fuerza tenía una condición, un «recordatorio divino» de que Samson seguía siendo un hombre, y por tanto vulnerable al pecado y la debilidad: su fuerza radicaba en su largo cabello y si algo le ocurría, la perdería.
Samson es vencido por un enemigo carente de armas y de fuerza física: una seductora filistea llamada Dalila, elegida por el sumo sacerdote del culto de Dagón para enamorar a Samson y así poder arrancarle su secreto y derrotarle. La pasión carnal que Dalila despierta en Samson hace que éste olvide su misión divina y, dejándose llevar por sus sentimientos e instintos, le revele su secreto como prueba de amor. Dalila, mientras Samson duerme, le corta el pelo y lo entrega a los soldados filisteos, que le arrancan los ojos, y le encadenan como esclavo a una noria para ser vejado y humillado por el idólatra pueblo filisteo.
Samson, derrotado y traicionado, se lamenta, implorando perdón y recibiendo las recriminaciones de su pueblo. En una ceremonia en honor a Dagón, falso dios filisteo, en la que Samson iba a ser el «invitado de honor» para demostrarle que Dagón era un verdadero dios, no como el Dios de Israel, implora al Señor por su fuerza sobrenatural, para poder ofrecer en sacrificio su vida y la de los paganos filisteos que osan blasfemar su Santo Nombre.
Conducido por su lazarillo al templo, Samson exclama su última alabanza al cielo y derriba las columnas, desplomándose el templo y sepultándose en vida con los filisteos, incluida la maliciosa Dalila.
Aria de Samson del acto III
El aria de Samson del acto II lleva por título como he dicho, Vois ma misère. Samson se encuentra en la prisión de Gaza, encadenado, con el cabello corto, da vueltas a la rueda del molino. Los hebreos que comparten prisión con él le preguntan cómo ha podido abandonar a sus hermanos. Samson se lamenta y ruega a Dios que acepte su vida a cambio de salvar a su pueblo.
Texto del aria de Samson
SANSÓN
¡Mira mi miseria, ay! ¡Mira mi dolor!
¡Piedad, Señor, por mi debilidad!
¡Desvié mis pasos de tu camino!
Pronto de mí retiraste tu mano.
Te ofrezco, oh Dios, mi alma rota,
no soy nada más que objeto de burla.
Ellos me han robado de la luz;
¡y me han llenado de odio y amargor!
HEBREOS
Sansón,
¿qué le has hecho a tus hermanos?
¿Qué has hecho
con el Dios de tus padres?
SANSÓN
¡Ay! Israel está cautiva,
atrayendo la venganza del cielo.
Ha perdido incluso la esperanza,
por todos los males que ha sufrido.
¡Que las tribus encuentren tu mirada!
¡Dígnate ahorrar el dolor a tu pueblo!
¡Alívialo antes de que caiga, Señor,
Tú, cuya piedad no tiene fin!
HEBREOS
Dios nos confió tus brazos
para guiarnos al combate.
¡Sansón!
¿Qué has hecho con tus hermanos?
SANSÓN
¡Hermanos! Vuestro doloroso canto,
me hunde en la más profunda noche,
una angustia de muerte inunda
mi culpable y malherido corazón.
¡Dios! ¡Toma mi vida en sacrificio
para calmar tu furia!
Desvía tus golpes de Israel…
¡y yo proclamaré tu justicia!
HEBREOS
Por una mujer se vendió,
pagando así los encantos de Dalila.
Hijo de Manoah, ¿qué has hecho con
nuestra sangre y nuestras lágrimas?
SANSÓN
A tus pies, desecho, pero sumiso,
bendigo la mano que me castiga.
¡Haz, Señor, que tu pueblo escape
de la furia de sus enemigos!
HEBREOS
¡Sansón!
¿Qué has hecho con tus hermanos?
¿Qué has hecho
con el Dios de tus padres?
Veamos a Roberto Alagna en el aria de Samson «Vois ma misère«.