Las primeras óperas de la historia – De Monteverdi a Mozart

LAS PRIMERAS ÓPERAS DE LA HISTORIA – DE MONTEVERDI A MOZART

 

Primeras óperas de la historia

 

Introducción

Cuando abordamos la historia de la ópera y hablamos de sus inicios, citamos algunos títulos que no han llegado a nuestros días. Hoy queremos hablar de las primeras óperas de la historia que han superado y resistido el paso de estos cuatrocientos años y pico desde su comienzo. Hablaremos en primer lugar de Claudio Monteverdi e iremos siguiendo la evolución de la ópera hasta llegar a Mozart, del cual hoy no hablaremos puesto que ya tenemos mucha información de su vida y su obra. Nuestro periodo va del 1607 al 1762.  A lo largo de este camino se tuvieron que salvar no pocas dificultades y superar bastantes incoherencias de las que adolecía la ópera en sus inicios.

En este periodo pasaremos del Renacimiento al Barroco y del Barroco al Clasicismo. En estos años encontramos las primeras óperas de la historia que han sobrevivido a lo largo del tiempo.

 

Las primeras óperas de la historia

L’Orfeo de Claudio Monteverdi (1607)

A Monteverdi se le considera el padre de la ópera y L’Orfeo una de las más significativas. En ella encontramos los elementos que definen este género: letra cantada, interpretación dramática, escenario y música. Por esto se la considera como la «primera» ópera, porque reúne todos estos elementos necesarios para definirla como tal. De Monteverdi resaltamos también Il ritorno di Ulisse in patria y L’incoronazione di Poppea.

De L’Orfeo vamos a escuchar el aria de Caronte, O tu ch’innanzi morte a queste rive con Gian Paolo Dal Dosso.

 

 

La Calisto de Francesco Cavalli (1651)

Hemos entrado en el Barroco, y de este compositor, uno de los más importantes en su época destacamos su novena y penúltima ópera. Es una muestra del estilo desenfadado, mitológico pero también humorístico de las óperas venecianas. En Venecia la censura no era tan estricta como en otros lugares de la misma Italia.

Veamos a Maria Bayo como Calisto en el aria Restino imbalsamate dirigida por Rene Jacobs.

 

 

Armida de Jean-Baptiste Lully (1686)

Pasamos a Francia donde Jean- Baptiste Lully fue el rey de la ópera francesa del siglo XVII. En esta ópera, el libretista fue Philippe Quinault, y Armida se considera la obra cumbre de la colaboración entre ambos autores, gestada en el final de sendos periodos de creación: Quinault renunciará al teatro tras esta obra y Lully morirá poco después por una gangrena.
El aria escogida es Enfin, il est en ma puissance, uno de los platos fuertes de esta ópera. La intérprete es Stephanie d’Oustrac.

 

 

Médée de Marc-Antoine Charpentier (1693)

La historia de Medea ha protagonizado más de una ópera. La hechicera que cometió infanticidio fue posteriormente tratada por Luigi Cherubini. Esta ópera no tuvo ningún éxito porque el público francés de la época solo quería ver óperas de Lully. Ahora se considera Médée de Charpentier como la mejor ópera de la Francia del siglo XVII. Por esto tiene que figurar en esta selección de las primeras óperas de la historia.

Veamos a Magdalena Kozena en el aria Quel prix de mon amour, quel fruit de mes forfaits.

 

 

Dido y Eneas de Henry Purcell (1689)

Ahora pasamos a Inglaterra con una de las óperas más populares de Purcell, Dido y Eneas. Una prueba de que estas primeras óperas de la historia merecen recordarse es que como vemos, se siguen representando. Las grabaciones que traemos son actuales.

De Dido y Eneas, el momento más popular es lo que se conoce como el Lamento de Dido, When I am laid in earth, que vamos a escuchar en al voz de Malena Ernman.

 

 

Rinaldo de Georg Friedrich Handel (1711)

Rinaldo fue la primera ópera para Londres de este alemán que componía en italiano para el público inglés, y una de las más bellas del barroco y que sigue vivita y coleando en todos los escenarios del mundo.

Rinaldo está llena de momentos de gran belleza musical, así que siempre será dificil seleccionar un momento. Como personalmente los largos del barroco los encuentro bellísimos, ahí dejo Cara sposa, amante cara con Sonia Prina como Rinaldo.

 

 

Orlando furioso de Antonio Vivaldi (1727)

Vivaldi ya había escrito una ópera sobre este personaje, Orlando. En esta ópera que traemos lo recupera con una música gloriosa llena de luminosas líneas vocales. Entre los momentos más memorables está esta aria de Ruggiero, Sol da te, mio dolce amore que interpreta el contratenor Carlo Vistoli.

 

 

La serva padrona de Giovanni Battista Pergolesi (1733)

Pergolesi estudió en Nápoles en un momento en que la escuela de dicha ciudad era la mejor del mundo. La fama le llegó al incluir un entracto humorístico a su ópera seria, Il prigioner superbo. Este entreacto o intermezzo es La serva padrona, considerada hoy como el arquetipo de la ópera bufa.

Vamos a ver el aria de Serpina, Stizzoso mío stizzoso! con Sonya Yoncheva.

 

 

Les Indes galantes de Jean-Philippe Rameau (1736)

Narra historias de amor «galante» en lugares remotos y exóticos, comprendidos bajo el nombre genérico de «Las Indias». Estos lugares son Turquía, Perú, Persia y Norteamérica.
El desarrollo dramático mínimo de estos pequeños dramas servía como excusa para producir un «grand spectacle» en el que los decorados, los vestidos suntuosos, los efectos especiales producidos por las maquinarias teatrales y sobre todo la danza tenían un papel esencial. Las Indias galantes simboliza la época despreocupada, refinada, dedicada a los placeres y a la galantería de Luis XV y de su corte.

Forêts paisibles con Sandrine Piau y Lisandro Abadie junto a Les Arts Florissants y William Christie.

 

 

Orfeo et Euridice de Christoph Willibald Gluck (1762)

Hemos empezado la selección de las primeras óperas de la historia con L’Orfeo de Monteverdi y acabamos con el mismo tema en la ópera de Gluck, y además iniciamos la etapa que conocemos como Clasicismo. Gluck es sinónimo del movimiento para reformar la ópera y ordenar el desbarajuste que se produjo durante el barroco.

Vamos a ver a Juan Diego Flórez como Orfeo en el aria J’ai perdu mon Eurydice.

 

 

Estas primareas óperas de la historia muchas veces son las grandes olvidadas. Bien porque el argumento no nos convence o la música nos parece pobre, pero ya vemos que merece la pena detenerse a escucharlas. No olvidemos que son los escalones por los que la ópera fue subiendo hasta llegar alo que hoy conocemos y disfrutamos.

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