ARIA DE ELISABETTA, REGINA D’INGHILTERRA DE GIOACCHINO ROSSINI
Introducción
Ésta no es una ópera seria más de Rossini. Tampoco es importante por lo que supuso de novedad, porque no lo fue. En realidad era uno de los autopréstamos que Rossini se hacía tan a menudo y que resultan tan curiosos. Se puede ver un interesante documento AQUI. Vamos a hablar de todo lo que comportó el estreno de esta ópera en el Nápoles de 1815 y de paso veremos a Lella Cuberli interpretando esa aria de Elisabetta que luego pasó a ser la de Rosina de Il barbiere di Siviglia.
Rossini entre dos Isabeles
Tras la ocupación napoleónica de Nápoles, la corte de Fernando de Nápoles volvía a ocupar su situación en la capital. El Teatro San Carlo también debía recuperar su antiguo esplendor y el empresario Barbaja quería que Rossini, el más famoso compositor del momento, fuera quien estrenara ese nuevo ciclo y que se dedicara en exclusiva a su teatro practicamente. Se dice que Barbaja le ofreció un sueldo de rey y que además le pasó a su amante: Isabella Colbran, la primera de las dos Isabeles. Isabella Colbran era una mezzosoprano española que triunfaba allá donde iba. Ella iba a ser la segunda Isabel, la de Inglaterra.
Más adelante, La Colbran sería la protagonista de muchas otras óperas de Rossini, motivo por el cual en gran número de ellas la principal protagonista femenina tiene la tesitura de mezzosoprano.
Aria de Elisabetta
Esta aria de Elisabetta es en realidad la cavatina de este personaje, es decir, lo primero que interpreta tras alzarse el telón. Expliquemos un poco el contexto.
El conde de Leicester, al que Elisabetta ama profunda y desmedidamente, y al mismo tiempo es igualmente odiado por el duque de Norfolk, ha vuelto victorioso de una guerra en Escocia. Sin embargo allí se ha casado con Matilde, hija de la prima y enemiga mortal de Elisabetta, Maria Stuarda.
La reina, que de ese matrimonio no sabe nada, va a condecorar al conde de Leicester y es en ese momento en el que se oye esta aria de Elisabetta, que nada hace presagiar el fatal destino de Leicester.
Quant’e grato all’alma mia…Questo cor ben lo comprende







