CAVATINA, DEL BARROCO AL ROMANTICISMO – VOCABULARIO DE ÓPERA
Introducción
Hoy vamos a hablar de un término del vocabulario operístico que sufrió una transformación cuando la ópera evolucionó del Barroco al Romanticismo. Estamos hablando de la palabra Cavatina. Explicaremos qué era lo que significaba en la época barroca y lo que significa actualmente.
Cavatina
Esta palabra es de origen italiano, como la mayoría que forman parte del vocabulario de la ópera. Es el diminutivo de cavata, que significa excavada o sacada de. Veamos ahora que era lo que se entendía en los principios de la ópera y cómo evolucionó.
En el Barroco
Desde los inicios de la ópera, aproximadamente desde el 1600 hasta el 1800 (nunca son fechas exactas), una cavatina era un aria cortita, sacada de lo que sería un aria más larga. Es decir, que no tendría las tres partes que tenían las arias da capo.
Un aria da capo no muy larga, pero para que se vea, es esta de Vivaldi, Vedrò col mio diletto. Philippe Jaroussky es el intérprete.
Recordemos que un aria da capo es un aria larga o muy larga que consta de tres partes. La tercera parte no está escrita en la partitura. El compositor simplemente escribía da capo y el cantante volvía al inicio (es decir, al capo o cabeza) y repetía la primera parte pero, y este pero era importante porque era lo que las hacía interminables, añadiendo toda clase de florituras, adornos e improvisaciones. Estas arias eran las que cantaban los divos y divas del momento, así que podían hacer que aquello se eternizara. Ahora podemos comprender porque fue necesaria una reforma de la ópera.
Pues bien, como no todo podían ser arias da capo, se componían otras más breves, y que solían ser con las que el cantante hacía su entrada en la ópera, porque empezar con una da capo tal vez hubiera sido exagerado.
Romanticismo
Pues bien, a partir del 1800 la palabra cavatina definía ya el aria con que se presentaba un cantante, es decir, lo primero de importancia que cantaba.
En el romanticismo, sin embargo, la cavatina no tiene porque ser breve, ni ligera, puede ser incluso lo más difícil. Por ejemplo, en Aida, nada más levantarse el telón vemos al gran sacerdote Ramfis y a Radamés, el guerrero egipcio. Intercambian cuatro palabras y Radamés se las tiene que ver con el aria Celeste Aida, que no está mal para empezar. Oigamos a Franco Corelli, que además la canta como la escribió Verdi, con un agudo final en pianísimo. Esta es la cavatina de Radamés.