VERDI Y BOITO – LA MÁGICA COLABORACIÓN DE DOS GENIOS
Introducción
La vida de compositor de Giuseppe Verdi duró nada menos que 54 años. Si repasamos su biografía, veremos que hubo momentos en la vida de Verdi de auténtico frenesí. Toda su vida fue un trabajador infatigable hasta llegar a 1871, después de estrenar Aida. A los cincuenta y ocho años a Verdi parecía que se le habían acabado las ganas de componer. Fueron necesarias las influencias de su editor Giulio Ricordi y del que sería el último libretista de Verdi: Arrigo Boito.
El último libretista
La historia a veces hace giros curiosos. Con nuestros protagonisats de hoy, Verdi y Boito, hizo uno bastante espectacular. Arrigo Boito nació en 1842, el mismo año en que se estrenó Nabucco, la ópera que supuso el despegue imparable de Verdi. Cuando Boito ingresó en el Conservatoria de Música de Milán descubrió nuevas formas musicales que llevaban la firma nada menos que de Wagner. Se unió al grupo conocido como Scapigliatura ( algo así como desmelenamiento), que vendría a ser el concepto que podemos tener hoy de lo que conocemos por progresismo, con todo lo que conlleva de ruptura respecto a todo lo anterior. Pues bien, los miembros de ese movimiento consideraban que todo el panorama lírico italiano hasta entonces era poco menos que basura, panorama en el que Verdi jugaba un papel bastante importante.
Visto esto parece imposible que ambos, Verdi y Boito, se pudieran encontrar y entender. Nos imaginamos que al maestro tampoco le harían mucha gracia las sentencias de Boito y sus amigos. Pero gracias a que el tiempo ayuda, y Boito acabó rindiéndose a la calidad de Verdi y a la acción del editor Ricordi, áquel se acabó convirtiendo en el libretista que pondría el broche de oro a la carrera de Verdi.
Verdi y Boito
Ya dijimos no hace mucho que Verdi había buscado inspiración en la literatura en otras muchas ocasiones y Boito y Ricordi le pusieron un anzuelo que era muy dificil que el compositor se resistiera a picar: Shakespeare. Del autor inglés había compuesto Macbeth, y tras esta ópera siempre quiso volver a él. Ahora tendría la oportunidad tras dieciseis años de silencio musical. Así llegaron las dos últimas óperas de Verdi: Otello y Falstaff.
Otello
La primera ópera de nuestros protagonistas se estrenó en 1887. Boito supo crear un libreto en el que se exponía perfectamente la historia del moro veneciano, a pesar de haber suprimido el primer acto de la obra de Shakespeare. En esa parte se puede ver que Otello sufrió el rechazo por parte de la familia de Desdémona. A pesar de esto, ella insistirá en casarse. Esto inquietaría siempre a Otello que se sentiría inseguro, algo que Yago sabría aprovechar para hacer crecer los celos en áquel.
Otello fué un éxito rotundo y esto animó a Verdi y Boito a seguir aún un poco más.
Veamos el dúo de amor del acto I, Gia nella notte densa, con Jonas Kaufmann y Sonya Yoncheva. Orquesta Filarmónica de Viena con Plácido Domingo como director.
Falstaff
En 1893 llegaría la última y más curiosa ópera de Verdi. Una ópera bufa. Diremos que Arrigo Boito tuvo que hacer un gran trabajo para seducir al maestro, ya muy entrado en años, para componer una nueva ópera y que además tuviera un tema jocoso. También puede ser que a esas alturas a Verdi le deberían importar pocas cosas y compuso lo que le apetecía a él en ese momento. Lo dijo Verdi a los responsables de la Scala «He escrito esta obra para complacerme a mí mismo, y creo que tendría que representarse en Sant’Agata y no en La Scala». Sant’Agata era la casa de Verdi. Y tenía razón, porque Falstaff se ha de ver de cerca para no perderse detalle, y una sala de teatro es demasiado grande para esta miniatura extraordinaria que es Falstaff.
Lo único que podemos es agradecer que en un momento de la historia las vida de Verdi y Boito se cruzaran para dejarnos estas dos grandes óperas, únicas e irrepetibles.
Veamos el monólogo de Falstaff del acto I con Gabriel Bacquier.
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