ARIA DE FAUST – MEFISTOFELE, BOITO
Introducción
Leyendo lo que ha caído en mis manos de Arrigo Boito, de lo que no me cabe la menor duda es de que fue un personaje curioso y sumamente interesante. Libretista del Otello y Falstaff de Verdi, supo imprimir una gran maestría que casi va en paralelo con la obra original de Shakespeare, por no decir, temerariamente, que la supera en algunos momentos. Libretista también de La Gioconda de Ponchielli, con el seudónimo de Tobia Gorrio, compuso una ópera de dimensiones descomunales: Mefistofele.
Mefistofele
Boito conoció a Victor Hugo, a Berlioz, viajó por Francia y Alemania y se entusiasmó con Wagner. Fue miembro del movimiento scapigliatura, fue un hombre inquieto y audaz.
El mito de Faust le llamó la atención, pero a diferencia de Gounod, su ópera evoca directamente a Mefistófeles. Cuando estrenó la ópera en La Scala en 1868, no gustó nada. Fue realmente un fracaso, viéndose obligado a revisarla y a acortarla.
Es una ópera en cuatro actos, con prólogo y epílogo; con música y libreto del compositor italiano, con la que pretendió introducir en Italia el estilo wagneriano, a lo mejor por eso no fue muy bien acogida.
Aria de Faust
El papel de Faust está escrito para tenor spinto o lírico-spinto. El personaje nos habla de un científico alemán tardomedieval, desengañado de la vida, que firma un pacto con el diablo a cambio de recobrar la juventud.
El aria de Faust que queremos destacar se encuentra en el epílogo.
Recordemos lo que ocurre al final de la ópera:
Faust se ha hecho viejo. Se sienta en su alcoba, como al principio, con el Evangelio abierto, y Mefistófeles se encuentras detrás de él, acechándole. Faust ha vivido tanto el amor real (Margarita) como el amor ideal (Helena de Troya), comprendiendo que la felicidad nunca es eterna. Mefistófeles no lo comprende. Faust expresa su deseo de ser rey de un país de gente trabajadora y laboriosa, que se ganara con esfuerzo, paz y grato conformismo cada día su subsistencia, regida por unas leyes sabias y excelsas para todos, de la que él vería nacer con bondad y ternura miles de generaciones santas . Es en este momento donde se puede escuchar el aria de Faust, Giunto sul passo estremo, que es la que vamos a escuchar en la voz de Franco Corelli.
Seguidamente a esta aria de Faust, Mefistófeles intenta hacerle cambiar de idea, lo tienta. El cielo desciende, y un coro de ángeles y alados querubines cantan alabanzas al Señor. Faust se admira ante semejante aparición y, lleno de religiosidad, se olvida de la Tierra y sus placeres mundanos. Al final, muere, y Mefistófeles se hunde en la tierra.
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