Ópera checa – Historia de la ópera

opera checa

 

 

A veces ocurre que la ópera es uno de los detonantes para que algo cambie. Tal vez sea un poco exagerado, pero no vamos muy desencaminados si decimos que en la República Checa, en el siglo XIX, la ópera jugó un papel importante en el nacimiento del sentir nacionalista del pueblo.

 

La República Checa había estado dominada durante siglos por la casa de Habsburgo, logicamente de habla alemana, y la identidad checa y su lengua habían quedado en un segundo término, cuando no reprimidas.

 

Pero retrocedamos un poco para ver que la música y la ópera en concreto habían formado parte de la vida del pueblo checo. En Praga se escuchaba ópera, italiana naturalmente, desde 1627, y durante el siglo siguiente llegaron a la capital numerosas compañías de ópera procedentes de Venecia. Mozart estrenó en Praga sus óperas Don Giovanni y La clemenza di Tito, escritas también en italiano.

 

La Revolución Francesa de 1789 causó una conmoción no tan solo en las monarquías europeas si no también en el pueblo, al recibir la influencia de las nuevas ideas liberales que se iban imponiendo. Los intelectuales checos, músicos y literatos, empezaron a cultivar un sentimiento nacionalista, que si bien no logró desbancar el poder de los Habsburgo en principio, si que despertó ese mismo sentimiento en el pueblo.

 

En 1848 nuevas revueltas agitaron Europa, y hubo un renacimiento del nacionalismo checo. Se abolió la esclavitud y la ciudad de Praga incrementó su número de habitantes con las migraciones que provenían de las áreas rurales, con lo que el idioma checo se empezó a oir mucho más. El sentimiento nacionalista era cada vez más fuerte y los checos se unieron para contribuir economicamente a la cosntrucción de un Teatro Nacional. Se inauguró el Teatro Provisional en 1862 en checo, en competencia con el teatro del Estado que era en alemán.

 

Allí, en el Teatro Provisional nació la ópera checa. Uno de los primeros compositores de ópera checa que estrenó en ese lugar una de sus obras fue BedrichSmetana, considerado el padre de la ópera checa.

 

Finalmente, en 1881 se inauguró el tan deseado Teatro Nacional, pero desgraciadamente se quemó, algo que ocurría con frecuencia en los teatros de ópera. Rapidamente se recaudó dinero para su reconstrucción, y volvió a abris sus puertas en 1883.

 

En 1894 se fundó la Orquesta Filármonica Checa. Con un Teatro Nacional y una Orquesta Checa ya se tenían dos grandes puntales para que la ópera checa siguiera su camino ascendente. Aparece la figura de otro gran compositor checo:  Antonin Dvorák, que aunque fue discutido por una buena parte de los seguidores de Smetana, que le recriminaban que sus obras reprodujeran mejor un modelo italiano que el auténticamente checo, logró el éxito con su ópera Rusalka.

 

El mismo año que Dvorák moría, en 1904, otro compositor, Leos Janácek,  estrenaba su primera ópera: Jenufa, pero Janacek no fue considerado como un gran compositor checo hasta bastantes años más tarde.

 

Tras Janácek, aparece unicamente otro compositor de ópera checa de cierta relevancia, estamos hablando de Bohuslav Martinu, que compuso La pasión griega y Julieta o El libro de los sueños, pero que al trasladarse primero a Francia y luego a Estados Unidos, posiblemente perdiera significación entre sus compatriotas.

 

Sin duda son estros tres nombres: Smetana, Dvorák y Janácek los máximos representantes de la ópera checa.

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