Claudio Abbado, uno de los más grandes directores de orquesta del mundo, ha muerto a los 80 años en la ciudad de Bolonia.
Este sería el titular para anuncciar la muerte de este gran director de orquesta, pero su desaparición nos llena de tristeza. Sabemos que la enfermedad le había apartado de su labor, sabemos que nadie es eterno, pero cuando alguien nos ha regalado momentos gloriosos al frente de una orquesta, cuando un músico ha sido capaz de entresacar los más bellos sonidos escritos en una partitura y nos los ha hecho llegar con toda su grandiosidad, lo sentimos aún más profundamente si cabe.
A Claudio Abbado se le recriminó la ausencia en su repertorio de ópera de grandes compositores y títulos, pero los que abordó, que también fueron muchos, lo hizo con una máxima seriedad y conocimiento.
Claudio Abbado nació en Milán, en el seno de una culta familia, y en la ciudad de la Lombardía empezó sus estudios musicales. Continuó los mismos en Siena y en Viena. En el año 1965 debutó en Salzburgo, y asumió el cargo de director musical del Teatro alla Scala de Milán desde 1968 hasta 1986. Dirigió también en Londres y Chicago. Posteriormente fue director de la Ópera de Viena y del año 1989 al 2002, de la Filarmónica de Berlín. Y así podríamos seguir enumerando una impresionante actividad en favor de la música que Claudio Abbado desarrolló a lo largo de toda su vida.
Claudio Abbado ha dejado definitivamente su batuta. Él se habrá llevado momentos inolvidables al frente de las orquestas que ha dirigido, acompañando a los más grandes intérpretes de ópera. Ha sido un hombre afortunado por haber podido vivir la música con tanta intensidad y sabiduría. Nosotros nos quedamos con su recuerdo, le profesamos nuestro máximo agradecimiento, y recordaremos siempre cómo sonaba una orquesta, cómo era una ópera cuando Claudio Abbado estaba al frente.
Descanse en paz, maestro.
Khovanschina (Mussorgsky) Visna State Opera. Claudio Abbado, 1989
Les Vêpres Siciliennes (Verdi), Obertura. Filarmónica de Berlin. Claudio Abbado 2002.
La gazza ladra (Rossini) Obertura. Filarmónica de Viena. Claudio Abbado 1991