CLAUDIO ABBADO Y BRYN TERFEL EN LA ESCENA FINAL DE «LA VALQUIRIA» (WAGNER)
En esta grabación del Festival de Lucerna del año 2003, podemos ver al añorado maestro Claudio Abbado al frente de la Orquesta del Festival de Lucerna y al barítono Bryn Terfel interpretando la escena final de la ópera de Richard Wagner, La Valquiria (Die Walküre), Leb wohl, du kühnes herrliches Kind…Des Augen leuchtendes paar…Loge hör! o como también se la conoce, la despedida de Wotan.
En este largo monólogo, el dios Wotan se despide de su amada hija Brünnhilde. Con un beso, ésta perderá su carcater divino. Es el castigo por haber desobedecido las órdenes de su padre Wotan. Sin embargo es una escena cargada de lirismo y del reflejo del amor de un padre por su hija, quien a pesar del castigo, la rodeará con un círculo de fuego para protegerla de cualquier ataque. Sólo un héroe podrá liberarla y despertarla de su letargo.
TRADUCCION DEL TEXTO
WOTAN
¡Adiós, osada, magnífica niña!
¡Tú, de mi corazón
el más sagrado orgullo!
¡Adiós! ¡Adiós! ¡Adiós!
Si he de evitarte
y no puedo volverte a ver,
recibe, amoroso, mi saludo;
si nunca más debes cabalgar
a mi lado,
ni presentarme la hidromiel
en el banquete,
si he de perderte, a ti,
a la que amo,
riente gozo de mis ojos:
¡que arda un ahora para ti
un fuego nupcial
como jamás ardió
para novia alguna!
Ardiente llama rodee la roca;
con devorador horror
ahuyente al pusilánime:
¡que el cobarde huya de la roca
de Brunilda!
¡Que sólo uno pretenda a esta novia,
uno más libre que yo, el dios!
(Brunilda cae, conmovida y
entusiasmada, sobre el pecho de
Wotan; él la abraza largo rato)
En estos luminosos ojos
que a menudo yo acaricié sonriente,
recompensado con un beso
tu conducta en el combate,
cuando balbuciente
fluía de tus divinos labios
la loa de los héroes;
estos dos radiantes ojos
que a menudo me iluminaron
durante el ataque,
cuando la esperanza me abrasaba
el corazón,
cuando a las delicias del mundo
aspiraba mi deseo
desde el temor trémulo:
¡por última vez
me solazo hoy en ellos
les doy el último beso del adiós!
Mientras para el hombre afortunado
brilla su propia estrella;
para el desdichado eterno,
la suya debe apagarse.
¡Así se aparta de tu lado el dios,
así te quita con un beso
la divinidad!
(la besa largamente en ambos ojos.
Él la guía con delicadeza, y la
deposita, tendida, en una pequeña
elevación musgosa, sobre la que
extiende su amplia enramada un
abeto.
La contempla y le cierra el
yelmo; sus ojos se detienen después
en la figura de la durmiente, que
ahora ha cubierto totalmente con el
gran escudo metálico de la
walkyria.
Después avanza con solemne
decisión al centro del escenario
y dirige la punta de su lanza
contra una poderosa peña)
!Loge, oye!
¡Dirige tus oídos hacia aquí!
Igual que te encontré
por primera vez, siendo ígneo fuego;
como un día te me escapaste
convertido en errabunda llama,
¡igual que entonces te até,
te ato ahora!
¡Arriba, oscilante llama,
rodea de fuego la roca!
¡Loge! ¡Loge! ¡Ven aquí!
(de la peña brota un rayo ígneo que
poco a poco crece formando una
llamarada más clara. Estalla un
brillante fuego flameante. Luminoso
arder rodea con salvajes llamaradas
a Wotan. Este indica con la lanza
imperiosamente al mar de fuego que
rodee el círculo del borde rocoso
formando una corriente; al punto
ésta se arrastra hacia el foro,
donde ahora arde continuamente
alrededor del borde de la montaña)
¡Jamás atraviese el fuego
quien tema
la punta de mi lanza!