
La gula en la ópera no es muy frecuente. El hambre si, sino que se lo digan a los estudiantes de La Bohème de Puccini, que hacían prodigios para comer cada día. Los golosos son esos que aún sin necesidad, su principal ocupación y preocupación consiste en darse buenos banquetes con buenas bebidas.
Tenemos a un goloso, mejor dicho, al goloso: sir John Falstaff, así está él. En su aria «L’onore», hace diversas preguntas a sus criados, Bardolfo y Pistola, sobre lo que es el honor y su utilidad. Sir John dice que el honor no le va a llenar la panza, por lo tanto no le sirve de mucho.
Ruggero Raimondi es Falstaff.






