
Hay una buena colección de personajes soberbios en la ópera, por ejemplo Nabucco, que le dice a su pueblo «Sólo existe un Dios…Yo, vuestro rey», no está mal.
Otro soberbio que también era dios, es Wotan, que decide cambiar sus leyes según le convenga, y ejerce su autoridad impartiendo castigos a su antojo.
Otro soberbio más humano es, como no, Don Giovanni. El protagonista de esta maravillosa obra de Mozart es un ejemplo de muchos defectos, pero la soberbia es tal vez el más sobresaliente, nadie sino un soberbio de campeonatao anotaría sus conquistas como si de trofeos se trataran. Luego, al final de la obra, es su soberbia, su orgullo por no demostrar debilidad alguna lo que le lleva de cabeza al infierno.
Ruggero Raimondi es un soberbio Don Giovanni, pero en el buen sentido.






