CONTEXTO HISTÓRICO DE DON CARLO DE VERDI
Introducción
Hay óperas que son tan grandes, tan importantes, que requieren varias aproximaciones. Podemos abordarlas desde el punto de vista musical, fijándonos en los momentos más destacables, pero también podemos acercarnos a ellas con el momento histórico en que se enmarcan. Esto es lo que vamos a intentar hacer hoy con esta ópera de Verdi. Hoy vamos a ver cual era el contexto histórico de Don Carlo o Don Carlos si nos referimos ala versión original francesa.
Esta es la grand opéra de Verdi que se estrenó el 11 de marzo de 1867 en París. La acción de la ópera se sitúa en torno al año 1560 en Francia y España.
Ya hemos dicho en otras ocasiones que ésta es la ópera de Verdi que más versiones y revisiones tiene así que no vamos a incidir en este detalle.
Contexto histórico de Don Carlo de Verdi
Como hemos dicho, la ópera se estrenó en 1867. Tres años antes, en 1864, el papa Pio IX publicó el Syllabus errorum un documento de ochenta puntos, que junto a la encíclica Quanta cura, condena conceptos que la Iglesia considera «errores modernos». Se condena explicitamente todas las teorías sociales e instituciones no tradicionales. Defendía, además, la sumisión a la Iglesia católica de los poderes temporales.
Otro aspecto del contexto histórico de Don Carlo es que el mismo año de su estreno, las tropas francesas habían tomado el Vaticano como un protectorado francés. El papa conminó a todos los italianos a abstenerse de participar en toda actividad política bajo pena de excomunión.
Este era el panorama, ahora veamos como se ve reflejado en la ópera.
Traducción del contexto histórico de Don Carlo en la ópera
Hay dos personajes que representan los polos ideológicos opuestos. son el Gran Inquisidor y el marqués de Posa. El primero representa el poder absoluto del Tribunal Supremo de la Inquisición y Rodrigo Posa simboliza la tolerancia política, el liberalismo y el derecho a la soberanía de los pueblos.
Esto hubiera sido imposible de imaginar en tiempos de Felipe II, no así en el momento en que Verdi la escribió.
Estos dos personajes no tienen en toda la ópera un enfrentamiento directo, en medio siempre está la figura de Felipe II, que es el único personaje que mantiene una relación con el resto. El personaje del rey es quien padece la tensión entre ambos polos.
Esto lo analizaremos en la escena del Gran Inquisidor que veremos a continuación.
Análisis de la escena del Gran Inquisidor
Todo lo que hemos apuntado acerca del contexto histórico de Don Carlo, es decir, el enfrentamiento entre el rigor ciego y sin piedad (a lo mejor no es casual que el Gran Inquisidor sea invidente), y la tolerancia y la ética, se ve claramente en la escena siguiente.
La vamos a ver interpretada por Samuel Ramey como Felipe II y Alexander Anisimov como el Gran Inquisidor. Teatro alla Scala 1992.
Veamos este escena por partes
¡El Gran Inquisidor!…
Entra en escena el Gran Inquisidor a ritmo de una marcha solemne. Se produce un diálogo entre él y el rey, que lo ha mandado llamar. Felipe II está preocupado por la rebeldía de su hijo Carlo y ha pensado en castigarle, con el exilio o incluso con la muerte. Sin embargo, es su hijo, y le plantea sus dudas al clérigo, en un tono que va aumentando en tensión. El Gran Inquisidor no ve ningún problema en castigar con la muerte si la fe y la obediencia están en peligro.
En el solar hispano…
Ahora le toca el turno al Gran Inquisidor. Ataca directamente a Rodrigo Posa en un intento de persuadir al rey de que se lo entregue. Felipe II lo defiende, más por la lealtad que demuestra que por sus ideas. Al Gran Inquisidor la lealtad no le preocupa y ridiculiza al rey por necesitar de un apoyo humano teniendo toda la autoridad. Comparado con las ideas de Posa, lo que hace el infante don Carlo le parece una tontería.
¡Ya basta fraile!
El rey le apea el tratamento al Gran Inquisidor, que pasa de ser Padre a fraile. Aquí tiene lugar un intenso debate entre ambos en el que el eclesiástico llega a amenazar al rey mismo con llevarle ante el Tribunal de la Inquisición.
Padre, que la paz siga entre nosotros
El rey ve que su poder no sobrepasa al del Gran Inquisidor. El trono debe doblegarse ante el altar. Así se restablece el orden entre esos dos poderes que mantienen un equilibrio muy frágil en el fondo.
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