BEN IO T’INVENNI (NABUCCO) – ELENA SOULIOTIS
Con el espectacular recitativo Ben io t’invenni empieza la gran escena de Abigaille del acto II de Nabucco de Giuseppe Verdi, le siguen el aria Anch’io dischiuso un giorno y la cabaletta, Salgo già del trono aurato. Esta escena es de una tremenda exigencia vocal y pocas veces Verdi compuso un fragmento operístico de tanta fuerza. El recitativo Ben io t’invenni podría ostentar un record en cuanto a saltos interválicos para finalizar con un do sobreagudo que debe descender subitamente al do grave. Una prueba sin duda para toda soprano que interprete el personaje de Abigaille. Se sabe que la que fuera más tarde la segunda esposa de Verdi, Giuseppina Strepponi, sufrió graves porblemas vocales después de interpretar el personaje de Abigaille.
Al recitativo le sigue el aria Anch’io dischiuso un giorno, que al contrario del recitativo, es de un lirismo delicadísimo, que retrata el lado femenino del personaje. El texto evocador precisa de una música ensoñadora.
La cabaletta, Salgo già del trono aurato, recupera el brío y la brillantez de los agudos en la explosión final que debe suponer la conclusión de esta gran escena.
Vamos a oir a la gran soprano griega Elena Souliotis (1943 – 2004) que tuvo una carrera tan fulgurante como corta, porque en realidad fueron diez los años en los que su voz brilló con intensidad en los grandes teatros de ópera del mundo. Podríamos decir que lo cantó todo en muy poco tiempo, si no veamos los personajes que llegó a encarnar desde 1964 hasta 1974: Santuzza, Gioconda, Anna Bolena, Luisa Miller, Amelia, Helena, Aída, Leonora, Abigaille, Gioconda, Tosca, Loreley, Desdémona, Lady Macbeth, Norma y Minnie. pero desde luego su interpretación de Abigaille que podemos escuchar a continuación es una joya.
Elena Souliotis se retiró definitivamente en 1999 como la Condesa de La dama de picas en Stuttgart.
Dejamos la traducción del texto de esta escena de Nabucco.
ABIGAILLE
(Entra apresuradamente con
un pergamino en la mano)
¡Al fin te encontré, oh fatal documento!
Mal te guardaba en el pecho el rey
para mi vergüenza
¡Abigaille hija de esclavos!
¡Pues bien, que así sea!
¿Soy hija de Nabucodonosor
según me creen los asirios
pero qué soy en realidad?…
Peor que una esclava!
¡El rey confía el trono a Fenena,
mientras él pone todo su interés
en exterminar a Judea!
¡Me envía aquí para vigilar sus amores!
¡Oh malditos seáis todos!
Mal conocéis el corazón de Abigaille…
¡Veréis caer sobre todos vosotros
el peso de mi furor!
¡Que caiga Fenena y su fingido padre!…
¡Caiga el reino sobre mi misma!
Yo también tuve un tiempo atrás
el corazón abierto a los placeres.
Por doquier oía hablar del amor puro;
lloraba ante las lágrimas de los demás;
sufría por los dolores de otros…
¿Quién me puede devolver
la inocencia perdida,
aunque fuese por un solo día?
Estoy con vosotros! ¡Adelante!
¡Oh mis fieles, estad seguros
que no tendré ninguna compasión!…
Ya me veo ascendiendo
al sanguinario trono dorado:
desde allí sabré mejor
cómo ejercer mi venganza:
¡Todo el pueblo será testigo de que
el cetro sólo me corresponde a mí!
¡Hasta mí vendrán princesas
para suplicar a la humilde esclava!