MONTSERRAT CABALLÉ: CANCIÓN DEL SAUCE – AVE MARIA (OTELLO, VERDI)
En la ópera Otello de Giuseppe Verdi encontramos pasajes, arias y dúos inolvidables, pero posiblemente el fragmento más lírico e intimista sea esta larga escena que protagoniza el personaje de Desdémona en el acto IV. Otello, envenenado por Yago, ya ha demostrado a su esposa los celos que le corroen. Ella, ajena a todo, no comprende esta actitud de su esposo. Cuando se produce la escena de la que hablamos hoy, Desdémona se ha retirado a su habitación con su sirviente Emilia, y recuerda una canción que cantaba una sirviente de su madre, La canción del sauce. Se la canta a Emilia y en su narración se entremezclan sus sentimientos y su dolor por la actitud de Otello.
En La canción del sauce se dice que Bárbara, la sirviente de su madre, terminaba su relato con la frase Egli era nato per la sua gloria, io per amar (El nació para su gloria y yo para amar…), el mismo sentimiento que ella tiene respecto a Otello.
Desdémona se despide de Emilia con un grito desesperado (Ah! Emilia! Emilia, adios!) en el que se refleja todo su miedo y angustia. Posteriormente, ya a solas, Desdémona desgrana la oración del Ave María, con un profundo recogimiento y dulzura.
Vamos a escuchar a Montserrat Caballé en La canción del sauce y el Ave María de Otello. Al tratarse de un concierto, las partes, breves, del personaje de Emilia se omiten, sin embargo vamos a dejar la traducción completa del texto de esta gran escena para mejor comprensión.
Montserrat Caballé canta acompañada por la Orquesta Simón Bolivar dirigida por Alfredo Rugeles en un concierto celebrado en Caracas en 1987.
Traducción del texto
EMILIA
¿Estaba más tranquilo?
DESDÉMONA
Así me pareció. Me pidió
que me fuera a dormir y le esperara.
Emilia, te ruego que extiendas
sobre mi lecho mi traje de novia.
(Emilia lo hace)
Escucha.
(Con pasión)
Si muero antes que tú, quiero que me
entierres con uno de estos velos.
EMILIA
¡Desechad tales ideas!
DESDÉMONA
¡Estoy tan triste. tanto, tanto!
(sentándose maquinalmente
delante del espejo)
Mi madre tenía una pobre doncella,
era muy bonita y estaba enamorada;
se llamaba «Bárbara».
El hombre a quien amaba
después la abandonó.
Solía cantar una canción:
«la canción del sauce.»
(a Emilia)
Destrenza mi pelo…
esta noche no hago más que pensar
en esa canción…
«Lloraba, cantando
en el desolado yermo,
la pobre desgraciada lloraba:
(Con voz lejana)
¡Oh, sauce, sauce, sauce!
Estaba sentada con la cabeza
reclinada sobre el pecho.
¡Oh, sauce, sauce, sauce!
¡Cantemos, cantemos!
El fúnebre sauce
será mi corona.»
(hablando a Emilia)
Apresúrate. Otelo no tardará.
(reanudando la canción)
«El agua corría entre orillas floridas;
la pobre desgraciada
murmuraba tristemente
y brotaban las lágrimas de sus ojos.
¡Oh, sauce, sauce,
(Como un eco)
¡Sauce!
¡Cantemos, cantemos!
El fúnebre sauce
será mi corona.
Los pájaros descendían
de las sombrías ramas la dulce canción.
(Con rapidez)
Y ella lloraba con tal desconsuelo
que a las piedras compadecía.»
(quitándose un anillo
del dedo, a Emilia)
Guarda este anillo.
(Levantándose)
¡Pobre Bárbara!
Solía acabar así su historia
«El nació para su gloria
y yo para amar…»
(A Emilia, hablando)
Escucha… oigo un lamento.
(Emilia da algunos pasos)
Calla. ¿Quién llama a la puerta?
EMILIA
Es el viento.
DESDÉMONA
(con dulzura)
«Y yo para amarle y morir
(Con mucha dulzura)
¡Cantemos, cantemos.!
(Con voz lejana)
¡Oh sauce, sauce, sauce!»
¡Adiós, Emilia!
Cómo me queman los párpados.
Presagian el llanto. Buenas noches.
(Emilia se dispone a retirarse)
¡Ah, Emilia, Emilia!
(Emilia vuelve y se abrazan)
¡Adiós, Emilia, adiós!
(Emilia se retira.)
Dios te salve María, llena de gracia,
bendita tú entre todas las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.
Ruega por todos los que se arrodillan,
ruega por el pecador y el inocente,
por el oprimido, el débil y el fuerte,
que también es desgraciado.
Ruega por cuantos inclinan su cabeza
a la infamia y al ultraje.
Ruega por nosotros siempre
y en la hora de nuestra muerte,
ruega por nosotros,
ruega por nosotros, ruega.
¡Dios te salve María!…
En la hora de nuestra muerte,
¡Dios te salve!… Amén.






