MONTSERRAT CABALLÉ: ARIA DE FAUST DE GOUNOD (ARIA DE LAS JOYAS)
El papel principal femenino de la ópera Faust de Charles Gounod es el de Margherite. En Margherite encontramos una personalidad doble. Es una muchacha inocente, que vive aislada en una ciudad de provincias, y a la que su hermano considera un ángel en la tierra. Margherite tiene un profundo sentimiento religioso, pero no deja de ser una joven que facilmente se dejará impresionar, y corromper. En Margherite se enfrentarán la virtud por una parte y el pecado por otra, pero finalmente será redimida por la acción de los ángeles. Este final seguramente estará muy influido por los sentimientos religiosos de Gounod.
En la escena que vamos a oir, es donde vemos mejor la transformación del personaje de Margherite. Ella está delante de su casa, y trabaja con la rueca. Anteriormente ha sido abordada por Faust, pero sin éxito aparente. Siebel, un joven que ama a Margherite, y que ha sido el elegido por el hermano de ésta para que la cuidara en su ausencia, ha dejado unas flores en su puerta; Mefistófeles se ha encargado de que se marchiten, y el joven las ha vuelto a rociar con agua bendita y así permanecen frescas. Pero el diablo ha dejado junto a ellas un cofre con joyas, y un espejo.
Margherite está cantando una vieja canción popular ( Il était un roi de Thulé) cuando ve las flores que ya supone que son de Siebel, pero luego ve el cofre, ve las joyas y se mira en el espejo. En una frase dice: Achevons la métamorphose (Acabemos la transformación), porque eso es lo que le va a ocurrir. Se descubre como una mujer bella, seductora, muy alejada de la joven provinciana y recatada. La música que Gounod escribió para este momento de coquetería de la joven es un valsecito, alegre y luminoso. Después de eso, aparecerá Faust y seducirá a la joven, que posiblemente en ese momento estuviera ya fuera de control.
Vamos a oir esta escena del acto III completa interpretada por la soprano Montserrat Caballé y la New Philharmonia Orchestra London, en una grabación de 1973.
La traducción del texto completo es la siguiente:
MARGARITA
Me gustaría saber
quién era aquel joven,
si es un gran señor,
y cómo se llama.
(se sienta ante su rueca, y mientras
hila canta una vieja balada:
la canción del rey de Thule)
«Érase una vez un rey de Thule
que, fiel hasta la tumba,
conservó, en recuerdo de su amada,
una copa de oro cincelada ..»
Tenía buenos modales, al parecer.
(Continuando con la canción)
«¡Ningún tesoro poseía ya encanto!
¡La utilizaba en los días importantes,
y cada vez que de ella bebía,
sus ojos se llenaban de lágrimas.
Cuando sintió llegar la muerte,
tendido sobre su frío lecho,
para llevársela a la boca
hizo su mano un supremo esfuerzo…»
Yo no he sabido qué decir,
y desde luego me he sonrojado.
(Resumiendo la canción)
«Y luego, en honor de su dama,
bebió por última vez;
¡la copa tembló entre sus dedos,
y dulcemente entregó su alma!»
¡Sólo los grandes señores actúan de forma
tan resuelta, con tanta dulzura!
(Aparta la rueca y se dirige al pabellón)
¡Venga! ¡No pensemos más en ello!
¡Querido Valentín, si Dios me escucha,
volveré a verte!
¡Aquí estoy completamente sola!
(ve el ramillete colgado de la puerta.)
¡Un ramo!
¡Es de Siebel, sin duda! ¡Pobre muchacho!
(ve el joyero)
¿Qué veo?
¿De dónde sale ese rico cofrecillo?
No me atrevo a tocarlo, y sin embargo…
¡Creo que ésta es la llave!
¿Y si lo abriera? ¡Mi mano tiembla! ¿Por qué?
¡Abriéndolo, no hago nada malo!…
Supongo
(abre el joyero)
¡Dios mío! ¡Cuántas joyas!
¿Se trata de un sueño lo que me deslumbra,
o estoy despierta?
¡Mi ojos no han visto jamás
riquezas semejantes!
(Dja el joyero sobre una silla y
se arrodilla para mirar las joyas.
Coge unos pendientes)
¡Si tan sólo me atreviera
a probarme un instante
estos pendientes!
¡Ah! ¡Precisamente aquí hay,
en el fondo del cofre,
un espejo! ¿Cómo no ser coqueta?
(Margarita se prueba los pendientes
y se mira en el espejo.)
¡Ah, me río al verme
tan hermosa en este espejo!
¿Eres tú, Margarita, eres tú?
¡Respóndeme, responde rápido!
¡No! ¡No! ¡No eres tú!… no… no
¡No es ése tu rostro!
Es la hija de un rey…
No eres tú..
¡Es la hija de un rey,
a la que se saluda al pasar!
¡Ah! ¡Si él estuviera aquí!
¡Si me viera así!
¡Me encontraría bella
como a una damisela!
Como una damisela
me encontraría bella…
(Se vuelve hacia el joyero)
¡Terminemos la metamorfosis!
Me falta todavía probarme
la pulsera y el collar.
(se prueba el collar de perlas
y la pulsera)
¡Dios mío! ¡Es como si una mano
se posara sobre mí!
¡Me río al verme tan hermosa en este espejo!
¿Eres tú, Margarita, eres tú?
¡Respóndeme, responde rápido!
Responde, responde. ¡Responde rápido!
¡Ah! ¡Si él estuviera aquí!
¡Si me viera así!
¡Me encontraría bella
como a una damisela!
Margarita, no eres tú
¡ese no es tu rostro!
¡No! ¡Es la hija de un rey,
a la que se saluda al pasar!
FOTO: Louis Mélançon