LAMENTO DE YAROSLAVNA – EL PRÍNCIPE IGOR (BORODIN)
Introducción
Estamos ante una obra maestra inacabada. Aleksandr Borodin murió antes de acabar su única ópera, El príncipe Igor, que se terminó gracias a la intervención de Rimski-Korsakov y Glazunov, quienes se basaron en los bocetos de Borodin para acabarla. Esta es la versión que se suele interpretar hoy en día, aunque posteriormente se hicieron otros cambios y versiones que incluso se llegaron a grabar en disco.
El libreto, del propio Borodín y de Vladímir Stásov, está basado en un poema épico ruso del siglo XII y se corresponde, vagamente, con la historia narrada en el Cantar de las huestes de Ígor, que relata la campaña del príncipe ruso Ígor Sviatoslávich contra las tribus de los pólovtsy, invasoras en 1185.
La partitura incluye las famosas danzas corales conocidas como «Danzas polovtsianas» (o Danzas de los pólovtsy), que divulgaron en la Europa occidental los ballets de Diáguilev y que se interpretan independientemente en los conciertos.
Pero en El príncipe Igor hay mucho más. Lo cierto es que es una ópera bastante olvidada y que encierra auténticas maravillas como es el fragmento que hoy traigo: El lamento de Yaroslavna, un ejemplo que podemos añadir a la serie de Lamentos en la ópera que hicimos en su día.
El lamento de Yaroslavna
Para quien quiera refrescar la memoria sobre el argumento AQUI lo encontrará, además de otros detalles de la ópera.
El lamento de Yaroslavna se encuentra en el acto IV. La esposa del príncipe Igor se lamenta y ruega al río Dnieper que le devuelva a su marido.
Seguidamente dejo el texto del Lamento de Yaroslavna ya que no he encontrado ninguna versión subtitulada. La intérprete es Tatyana Tugarinova (1925 – 1983). El título en ruso es Ach! Placu ja, gor’ko placu ja.
YAROSLAVNA
¡Ah, lloro, lloro amargamente,
y las lágrimas de mis ojos,
las envío, en esta madrugada, a mi amado,
a través del mar!
Volaré como un ave
sobre el Danubio,
sumergiré mi manto de armiño
en las aguas del Kayala,
y lavaré las heridas
que cubren el cuerpo de mi Príncipe.
¡Oh, viento, poderoso viento!
¿Por qué soplas en las estepas?
Tú llevaste las flechas enemigas
sobre los ejércitos del Príncipe.
¿Por qué no soplas, impetuoso viento,
arriba, sobre las nubes
y sacudes las naves en el mar azul?
¡Oh! ¿Por qué, poderoso viento,
soplas tanto tiempo sobre el llano?
Tú dispersaste mi felicidad
en las altas hierbas.
¡Ah, lloro, lloro amargamente,
y las lágrimas de mis ojos,
las envío, en esta madrugada, a mi amado,
a través del mar.
¡Oh Dnieper, ancho Dnieper,
tú que te abres camino a través de rocosos pasos
hasta las tierras polovtsianas!
¡Tú que llevaste
las hordas de Svyatoslav
hasta los campos de Kobiak!
¡Oh ancho Dnieper,
glorioso Dnieper!
¡Oh Dnieper que riegas nuestra tierra natal!
Trae de vuelta a mi bien amado
para que detenga estas amargas lágrimas,
que temprano en la mañana,
envío lejos más allá del mar.
¡Oh, Sol! ¡Oh dorado Sol!
Tú, que brillas tan nítidamente en el cielo.
Tú, que cálido acaricias al mundo.
Todos te aman, Sol.
¡Oh Sol! ¡Oh dorado Sol!
¿Por qué, entonces, quemaste
al ejército del Príncipe con tus tórridos rayos?
¿Por qué en las áridas llanuras
secaste los arcos de los guerreros
y sellaste sus carcajes
con sudor y polvo? ¿Por qué?