OPERA ALEMANA

opera alemana

 

 

En la historia de la ópera, la ópera alemana ha tenido una grandísima importancia, tanto por las obras como por la talla inmensa de sus compositores.

 

La ópera alemana se remonta al siglo XVII donde existía en la forma de singspiel, óperas habladas y cantadas. Nos remontamos a autores como son Johann Thiele, Reinhard Keiser o Georg Philipp Telemann y también George Friedrich Handel, con su ópera Almira de 1705 o el mismo Mozart que compuso su ópera La flauta mágica en el más puro estilo singspiel.

 

Tras la convulsión a todos los niveles que supuso la Revolución Francesa de 1789, en Europa empezaron a adquirir una gran importancia los ideales del romanticismo. En concreto, el romanticismo alemán se conocía con el sugerente nombre de Sturm und Drang, tormenta e impulso. La literatura alemana de esa época tiene nombres como Schiller o Goethe, o incluso los cuentos de los hermanos Grimm. Estos autores supusieron una gran influencia para los libretistas que se inspiraron tanto en sus obras como en las temáticas que abordaban.

 

Beethoven estrenó en 1805 su única ópera en alemán, Fidelio, que refleja los ideales de justicia, libertad e igualdad, y aunque solo escribiera una, merece contarse como una de las grandes en la ópera alemana.

 

Pero es con Carl Maria von Weber cuando encontramos la primera ópera alemana de corte romántico: El cazador furtivo que impulsó la aparición de óperas que tenían su fuente en la más pura tradición alemana. Incluso Richard Wagner, que tenía sólo nueve años cuando vió El cazador furtivo manifestó la influencia que tuvo para él dicha ópera.

 

Y llegamos al punto más álgido de la ópera alemana con Richard Wagner. No vamos a descubrir nada si decimos que la importancia de Wagner, no sólo en la ópera alemana, si no en toda la historia de la ópera es de capital importancia. Wagner unió las leyendas y la mitología alemanas con la música sinfónica. Con Wagner aparecen nuevas voces, desconocidas hasta ese momento. Voces vigorosas, con volumen y con un brillo extraordinario. Las sopranos wagnerianas y los heldentenor, tenores heroicos, son una muestra de ello. Wagner creó también una nueva forma de representar la ópera con la creación de su teatro en la localidad de Bayreuth, su concepción unitaria de la música incluía también el modo en que debía ser representada y escuchada.

 

El influjo de Wagner fue tremendo, convulsionó todas las estructuras anteriores, y uno de sus ayudantes en Bayreuth, Engelbert Humperdinck, compuso la ópera que le dió mayor fama, Hansel y Gretel, bajo la influencia de Wagner.

 

Cronologicamente aparece otro de los grandes nombres de la ópera alemana: Richard Strauss. A pesar de la variedad de estilos que abordó Richard Strauss en su carrera como compositor de óperas, es evidente que Wagner fue la fuente en la que bebió para componer óperas como son Salomé o Elektra. Strauss, posteriormente, se inspiró en el clasicismo mozartiano para crear su gran obra, El caballero de la rosa.

 

En la posguerra de la Primera Guerra Mundial, otro compositor, Erich Wolfgang Korngold supo combinar las técnicas impulsadas por Richard Wagner con su concepción del romanticismo, creando una ópera maravillosa como es La ciudad muerta.

 

Si bien no son estrictamente obras que pertenecen al repertorio de ópera alemana, no podemos menos que citar aquí a dos compositores de un género que ha tenido y tiene una gran importancia como es la opereta vienesa. Los compositores Johann Strauss, hijo con su opereta El murciélago  y Franz Lehar con la superfamosa La viuda alegre, son los más claros exponentes de este género que por su calidad se representan en muchas programaciones de teatros de ópera de todo el mundo.

 

Seguiremos avanzando en la historia de la ópera alemana, pero ya centrados en pleno siglo XX, donde nos esperan nuevas y sorprendentes muestras de la evolución de la ópera.

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